Sabemos demasiado poco para preocuparnos

Hace mucho que no siento en mi el vértigo que incita a vaciar palabras en un texto, hacía mucho que no sentía el deber de escribir; ¿el deber?, ¿o la inspiración por el mandato de un Dios, como la de Abraham en el Monte Moriah? No importa cuánto se sacrifique, ni qué.
  
Sabemos que la escritura por sí misma, debería no sólo ser inspirada, sino servir de inspiración para el lector, pero forzar cualquiera de las dos inspiraciones es cuanto más, complicado, cuando lo que se escribe no es especialmente artístico...

Desde la fundación de este blog, habíamos buscado la manera de ser profetas, pájaros de augurios, difusores, sí, pero que nuestras palabras fueran más que observaciones; fueran advertencias: Advertir, señalar, negar, y sobre todas las cosas, preocupar. Quizá eramos somos demasiado inocentes, quizá en realidad nunca tuvimos tal responsabilidad, ni tal juicio. Sé que suena desalentador, pero más que destruir los ánimos, debería edificar. 
Aunque hoy especialmente no sepa muy bien qué cosa edificaría; ¿el alma, el espíritu, la mente?, ¿somos capaces aún de diferenciarlas? Ese desconocimiento, ese no saber qué edificar, tiene su raíz en otro desconocimiento, me temo, el de no saber qué escribir. Voluntad de hacerlo, sin duda.

Pero recapitulemos, puede que no hayan sido muchas las ocasiones en las que hemos reconocido todo aquello que ignoramos. Debería haber algo más de humildad, a fin de cuentas, estamos escribiendo en un blogspot, y no en una columna del New York Times. :(

Hay muchas cosas aún de las que me gustaría escribir, cosas en las que he dejado de trabajar y muchas otras que entran incipientemente en mis intereses, pero aún llevamos una carga demasiado pesada, la profunda dispersión que trae el acceso a Internet. El que diga que no ha aprendido nada gracias a Internet, miente, y el que diga que no pierde la mayor parte de su vida allí, también lo hace. Y es bajo este sesgo cognitivo, de corta atención y vaga voluntad, es que escribimos acerca de todo lo que ya nos ha visto escribir, el cientificismo, problemas generacionales, arte nostálgico del Siglo XXI, la revolución... 


De: Metropolitan Museum of Art, archive.org

Nuestro tiempo vive un contexto difícil, pero no podemos rendirnos, mucho menos estirar las caras con algún triste gesto. Quizá nuestras opciones estén reducidas a la opción de siempre, trabajar juntos; ¿cuándo eso no ha salvado nuestra especie?, desde el volcán de Toba, la glaciación, las grandes migraciones, nuestras primeras guerras, el colapso de la Edad de Bronce... la escasez, la opresión, la muerte. Los problemas son reales, y apostar en nuestra contra, con la impotencia de una mala expectativa, es un suicidio programado. No nos quejemos de la maldad y la desdicha de nuestro tiempo, mejore usted, nosotros somos el tiempo, dijo con mejores palabras Agustín de Hipona.


Alegremos pues el corazón y fortalezcamos el ánimo con la fría corriente del arte de nuestro Norte, la poesía; a los hiperbóreos, a los decadentes, a todo viajero afín a nuestro flujo. Conectándonos en nuestra indecisión, en nuestro amor, en nuestra tragedia. 



A los poetas

Ustedes, poetas,

¿qué creían?
Cantaban
bellísimas canciones;
en vuestra tarde hermosa
sólo sonaba
el murmullo amarillo de la fuente;
los poetas tejían
enredaderas de espuma
alrededor de las muchachas;
los poetas decían:
las aguas son transparentes
como si debajo agitaran candelabros encendidos.
Aquí algo humeaba;
no era nada,
era gente desconocida;
el humo salía de los ojos del mundo,
quemaba cisnes, mataba flores,
y ustedes, poetas, cantaban.
¡Era difícil interrumpir la melodía!
Cómo iban los poetas a decir:
«No hay papas»,
«Está sucia mi camisa»,
«La niña llora por su pan descalabrado»,
«No tengo para el alquiler»,
«No puedo, vuelva a fin de mes».
Ay, poetas,
ahora el beso
en los labios se nos pudre;
muertos estamos
de comer barbudas aves.

En verdad, os digo:
antes de que cante el gallo,
lloraréis mil veces.




Espero este artículo, y la buena poesía, dé una nueva cara a lo que todos los editores que hayan escrito aquí, hemos dado. 

Gracias por leernos.

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