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Mostrando las entradas de 2020

Altazor, la rueda que sigue girando después de la catástrofe

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A ti, que consuelas, que no existes, y por eso consuelas: Mujer el mundo está amueblado por tus ojos Se hace más alto el cielo en tu presencia La tierra se prolonga de rosa en rosa Y el aire se prolonga de paloma en paloma Al irte dejas una estrella en tu sitio Dejas caer tus luces como el barco que pasa Mientras te sigue mi canto embrujado Como una serpiente fiel y melancólica Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro ¿Qué combate se libra en el espacio? Esas lanzas de luz entre planetas Reflejo de armaduras despiadadas ¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso? En dónde estás triste noctámbula Dadora de infinito Que pasea en el bosque los sueños Heme aquí perdido entre mares desiertos Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche Heme aquí en una torre de frío Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera Luminosa y desatada como los ríos de la montaña ¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos? Te pregunto ot

Sabemos demasiado poco para preocuparnos

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Hace mucho que no siento en mi el vértigo que incita a vaciar palabras en un texto, hacía mucho que no sentía el deber de escribir; ¿el deber?, ¿o la inspiración por el mandato de un Dios, como la de Abraham en el Monte Moriah? No importa cuánto se sacrifique, ni qué.    Sabemos que la escritura por sí misma, debería no sólo ser inspirada, sino servir de inspiración para el lector, pero forzar cualquiera de las dos inspiraciones es cuanto más, complicado, cuando lo que se escribe no es especialmente artístico... Desde la fundación de este blog, habíamos buscado la manera de ser profetas, pájaros de augurios, difusores, sí, pero que nuestras palabras fueran más que observaciones; fueran advertencias: Advertir, señalar, negar, y sobre todas las cosas, preocupar. Quizá eramos  — somos — ,  demasiado inocentes, quizá en realidad nunca tuvimos tal responsabilidad, ni tal juicio.  Sé que suena desalentador, pero más que destruir los ánimos, debería edificar.  Aunque hoy especia

Las citas bibliográficas, y cómo cambiaron nuestra forma de leer

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¡El espíritu de la positividad ha alcanzado las Humanidades! ¿O eran ciencias sociales?  ¡Qué puede tener de científico el estudio de la historia! ¡Pero si la psicología es pseudociencia tratando de formalizarse, nada más! ¿Son las encuestas y las gráficas suficientes para hacer sociología? ¿Por qué necesito citar todos los textos serios en mi tarea? La primera frase que abre este texto puede ser preocupante para algunos, sobre todo si después de seguirnos un tiempo, ve con recelo la objetivización más objetiva de las ciencias duras sobre el mundo; el factor de nihilización es algo de lo que a nuestro camarada de armas, Osvaldo, gusta de hablar. Regresando a la frase, esta no es para nada una advertencia, ni siquiera un mensaje reciente, es un recuerdo. Las humanidades fueron alcanzadas por la búsqueda de la verdad  de la que se contaminaron en ese siglo del triunfo científico, el Siglo XIX.  ¿No se ha molestado, o preguntado, sobre el por qué de la manía por las citas biblio

¿Qué podría llegar a ser una sociedad científica?: Bertrand Russell

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«El conocimiento es bueno, y la ignorancia es mala»; principio que ha sido defendido hasta el día de hoy; inquebrantable e inmodificable: dudar de este es cometer un grave delito intelectual. Partimos de tal premisa, aceptamos los avances y luchamos por el futuro, miramos esperanzados hacia el mañana; reemplazamos a Dios por la Ciencia, ahora nuestra metafísica se concentra en un territorio inexplorado. ¿En qué creer?, ¿cuál será la metafísica del mañana una vez la idea de Dios haya sido extirpada por completo? El espíritu apolíneo llevado a sus límites acaba no solo en rectitud, sino también en desesperación: tal será la doctrina del futuro. Un mundo desprovisto de arte, de literatura, y, a su vez, de sentido... Todo yacerá bajo la  Perspectiva Científica ; un episodio reducido a explicaciones y a fórmulas, a sensatez y a rigidez, ¿quedará lugar para la imaginación?, lo más probable es que no, y este es el precio a pagar por tan anhelado  progreso.  Filósofos ya han abordado esta cu